DROGAS, ¡LIBEREMOS SU CONSUMO!

Aspectos morales acerca del consumo de drogas

Por Favio León Lecca (*)

En tanto se abandona el principio de que el Estado no debe intervenir en la vida privada de los ciudadanos, acabamos regulándosela a éstos hasta en los más mínimos detalles. Desaparece la libertad individual.

Ludwig von Mises.

Una sociedad libre supone la limitación del Estado a determinadas funciones que hagan posible la convivencia pacífica de los individuos.

La acción del gobierno debe constreñirse a proteger los derechos de los individuos -la vida, la propiedad privada, la libertad- de la turba antisocial.

El gobierno no tiene como función hacer felices a los hombres, evitando que éstos, voluntariamente, se causen daño a sí mismos.

Como bien señala John Stuart Mill, "el único propósito para ejercer correctamente el poder sobre cualquier miembro de una comunidad civilizada, en contra de su voluntad, es evitar el daño a otros. Su propio bien, ya sea físico o moral, no es suficiente garantía. No puede, en justicia, ser forzado a hacer, o a soportar, porque eso le hará más feliz, porque en opinión de otros, hacerlo sería sabio, o incluso justo (...). En la parte de su conducta que meramente le concierne a él, su independencia, es por derecho, absoluta. Sobre sí mismo, sobre su propio cuerpo y mente, el individuo es soberano" (1).

Este principio ético expuesto claramente en 1859 hoy en día es rechazado en la cuestión del consumo de drogas.

El argumento que respalda la criminalización del consumo de drogas, es su carácter nocivo tanto para el individuo que la consume, ya que genera "adicción" como para la sociedad pues incentiva a que se transgredan los derechos de los demás

Con respecto a esta argumentación no entraremos a discutir sobre la dañosidad de las drogas ya que de la misma forma cabría preguntarnos ¿por qué no criminalizar el consumo de otras sustancias tales como el alcohol, el tabaco, el café, el chocolate, el tocino, etc. que se caracterizan por ser nocivas para el organismo humano?.

Lo fundamental es la reivindicación de nuestro derecho moral de la libertad de consumo (incluso de las drogas).

La ética del individualismo parte del respeto a la dignidad y la libertad humana, lo cual supone según el Premio Nobel de Economía de 1974, Friedrich A. Hayek, "que nadie puede indicar quién sabe mejor cuáles son sus intereses y que la única manera eficiente de averiguarlo es a través de un proceso social en el que a todos se les permita probar y ver lo que cada uno puede hacer"(2).

El individuo en tanto persona adulta, sabe mejor que nadie qué es lo que más le conviene. Por lo tanto, si decide libremente consumir drogas el Estado debe respetar su soberana decisión. El prohibir el consumo de drogas, bajo el pretexto de la "salud pública" es lo mismo que prohibir el consumo de ideas socialistas bajo el pretexto de la "seguridad del sistema".

Al respecto es pertinente tener en cuenta lo señalado por el economista austriaco Ludwig von Mises: "..el daño que el hombre puede infligir a su mente y a su alma ¿no es acaso, más perturbador que cualquier padecimiento físico? ¿por qué no impedirle que lea libros perniciosos y presencie detestables representaciones teatrales; que contemple pinturas y esculturas reñidas con la estética y que oiga música horrible? Las consecuencias dañosas que se derivan de una ideología social nociva son, sin duda, mucho más perniciosas, tanto para el individuo como para la colectividad, que todas las que del uso de drogas y narcóticos pudieran derivarse"(3).

Constituye un grave atentado contra la dignidad de las personas adultas, el tratarlas como niños inmaduros. Si creemos en la autodeterminación y la responsabilidad individual debemos reconocer el derecho de las personas a consumir cualquier sustancia que desee.

Si tomamos drogas y nos conducimos como ciudadanos responsables y obedientes a la ley, ¿acaso no tenemos derecho, y no deberíamos tener el derecho a no ser molestados por el gobierno? Si tomamos drogas y quebrantamos la ley, ¿acaso no tenemos y no deberíamos tener el derecho a ser tratados como autores de un crimen, más que como pacientes acusados de estar mentalmente enfermos y obligados a permanecer recluidos en hospitales psiquiátricos?(4).

No estamos incitando al consumo de drogas ni emitiendo un juicio de valor -si es bueno o malo- sobre la naturaleza de la droga. Lo que defendemos es el derecho de los adultos para decidir qué es lo bueno o qué es lo malo para sí mismos.

El gobierno no tiene el derecho a decirle a uno que puede y qué no puede tomar, como tampoco tiene derecho a decirle qué puede o no puede pensar. Obviamente, esto no significa que sea bueno tomar ciertas drogas. Puede con toda seguridad ser contraproducente. Pero si una persona ha de ser libre, debe tener el derecho a envenenarse y matarse. Y efectivamente lo tiene ahora con el tabaco, pero no con la marihuana; lo tiene con el alcohol, pero no con la heroína(5).

Si tenemos derecho de propiedad sobre nuestros bienes, deberíamos tenerlo sobre nuestro cuerpo. Cada uno tiene la facultad exclusiva de decidir qué sustancias introduce o no en su organismo, es un DERECHO FUNDAMENTAL.

Así como la Constitución garantiza nuestro derecho a venerar a cualquier Dios y a leer cualquier libro que escojamos, de la misma forma se nos debe garantizar el derecho a ingerir o no cualquier tipo de drogas.

Favio León Lecca

lecca31@hotmail.com
Presidente de la Asociación Civil SOCIEDAD "ACTON-TOCQUEVILLE", Lima-Perú.

Notas bibliográficas:

  1. MILL, John Stuart, On Liberty, Chicago, Regnery, 1955, p.13
  2. HAYEK, Friedrich A., Individualismo verdadero y falso, Buenos Aires, Centro de Estudios de la Libertad, 1968, p.38
  3. MISES, Ludwig von, La Acción Humana, Madrid, Unión Editorial, 1986, p.1062
  4. SZASZ, Thomas, La Teología de la Medicina, Barcelona, Tusquets, 1980, p.85.
  5. Ibidem, p.255.

Te recomendamos ampliar este tema en estos links:

La guerra contra las drogas (artículos de El Cato Institute en español)

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