COMO FUNCIONA EL CAPITALISMO. SUS RAICES MORALES Y ETICAS.

Por Alberto Daniel Aguilar

Cuando los hombres adoptan como forma de vida en común el sistema de la Libertad, con un Estado Ultramínimo, o sea, cuando el gobierno se dedica a sus funciones específicas que son las de garantizar al máximo los derechos individuales de los ciudadanos se produce una abundante capitalización de ideas, descubrimientos, bienes, artículos y objetos increados. El Capitalismo es el resultado de vivir en Libertad. Pero, según las definiciones de todos los diccionarios del mundo, Capitalismo, es cuando los medios de producción se encuentran en manos de los particulares, donde existe el reconocimiento al derecho individual a la Propiedad privada. Y Socialismo, en cambio, es cuando los medios de producción están en poder del Estado, la propiedad es pública o mejor dicho es estatal.

¿Porqué el ser humano capitaliza abundantemente ideas, descubrimientos y bienes cuando vive en libertad?

El ser humano no es un ente incorpóreo, espiritual, que flota en el cosmos, en el éter. Es un ente corpóreo que se encuentra situado en un entorno también material, en el mundo. Por el momento vamos a llamar a lo que rodea al ser humano por abajo de él, por los costados y por arriba, como la naturaleza, o mundo, o circunstancia.

Esa naturaleza, o circunstancia se les puede presentar a los seres humanos solo de tres maneras, con tres alternativas:

1) Totalmente favorable, o sea, un entorno que les provee automáticamente de alimentos, de calor, de abrigo, de protección, lo que sería un edén quimérico en el cual no tienen que hacer ningún esfuerzo, pues todo lo tienen al alcance de la mano, absolutamente todo lo que necesiten.

2) Un entorno, o circunstancia, o naturaleza absolutamente hostil donde no pueden encontrar nada para automantenerse.

3) Un sistema intermedio, o sea, donde encuentran facilidades y adversidades.

La segunda alternativa la de un entorno o naturaleza absolutamente hostil para todos los seres humanos en cualquier lugar que se hayan situado, afortunadamente no se dio. Un mundo donde los primitivos hombres hubieran encontrado solamente obstáculos y la imposibilidad, siquiera, de alimentarse, hubiera eliminado en los primeros tiempos toda posibilidad de vida y la raza humana hubiera desaparecido y nosotros no estaríamos hoy aquí, ni los 6 mil millones de habitantes del planeta, ni los pocos que estamos en esta sala.

La primera alternativa, la de una naturaleza que hubiera provisto al hombre, automáticamente, de abrigo hecho, de alimentos al alcance de la mano, etc. solamente ha existido en las leyendas religiosas o místicas de un edén, de un paraíso celestial donde los hombres obtenían todo lo que necesitaban con solo desearlo, con solo pensarlo.

La alternativa, en cambio, que siempre se ha dado es la tercera. La intermedia: Un planeta donde el hombre se encuentra con una complicada red tejida con muchas dificultades para vivir pero también, y al mismo tiempo, con unas cuantas facilidades de las cuales poder echar mano para vencer los obstáculos.

Por ejemplo cuando siente frío, ese frío intenso invernal que lo hace tiritar, que lo lleva a la muerte, el ser humano no tiene otra alternativa, la naturaleza o circunstancia lo obliga imperiosamente, a buscar abrigo, caso contrario el ser humano muere de frío y desaparece de la faz de la tierra, o sea, que ese sentir frío el hombre es para él una realidad absoluta, una realidad hostil, que le choca y contra la cual no tiene otro remedio que contrarrestarla, si es que desea, por lo menos, seguir perviviendo; observen que no dije viviendo, sino dije perviviendo, o sea, el hecho bruto de pervivir, de aunque sea durar. Para poder contrarrestar ese frío debe encontrar algo con que abrigarse. Debe buscar la piel de un animal muerto o armar o trenzar con sus manos vegetales para cubrirse, etc.

Pero la naturaleza además de frío le produce al hombre tormentas, intensas lluvias que lo molestan, debe buscar donde guarecerse de las inclemencias de ese tiempo hostil. Se ve obligado a encontrar una cueva donde protegerse de los huracanes y además de los ataques de los animales nocturnos y de los diurnos también. Y si no encuentra una cueva debe procurarse entonces de ramas a las cuales atar para formar paredes y techo y pieles o cueros para recubrir esa choza primitiva.

Cuando el hombre descubre el fuego provocado por el rayo de una tormenta invernal, se acerca receloso a él y descubre, azorado, que ese fuego lo quema pero también, manteniéndose a prudente distancia, lo calienta del frío intenso, de ese frío que le anulaba su vida.

El ser humano, por lo menos el hombre que hoy conocemos, no aquel que era mitad--mono mitad--hombre, no viene al mundo dotado de grueso pelaje que lo protege automáticamente de cualquier clase de frío. Debe proveerse de algún cobertor sucedáneo que reemplace esa carencia. Fabrica entonces el hombre ropas y viviendas y fuego cuando descubre como iniciarlo. Ese hacer el hombre objetos y construcciones que antes no existían, esa facilidad para inventarlas y realizarlas es lo que llamamos hoy día técnica. La técnica es entonces toda esa cantidad de conocimientos adquiridos que le permiten transformar la naturaleza molesta que lo acosa hostilmente. Inventa el hombre y fabrica: cacharros, telas, instrumentos musicales, armas, adornos, construcciones de todo tipo etc.

Justamente los arqueólogos reconocen el paso de los primitivos humanos cuando encuentran utensilios de piedra, o de bronce, o de hierro que demuestran que por ahí estuvo en tiempos pretéritos el ser humano dejando su impronta. Y tan es así que se ha dado en denominar precisamente como "Edad de Piedra" la época de la historia donde el hombre comenzó a desarrollar una técnica de construir objetos en piedra. Y "Edad de Bronce", "Edad de Hierro", etc, a las respectivas donde el hombre, además de la piedra por supuesto, comienza a utilizar estos metales para proveerse de artilugios que también le son indispensables.

Encontramos entonces que para poder vivir el ser humano echa mano de tres recursos: su cerebro, sus manos y los materiales de su entorno para poder fabricarse, construirse cosas, que la naturaleza cruel no le da. Sea porque nunca existieron, o porque no las tiene a mano cuando las necesita.

Pero el hombre no viene al mundo dotado de un conocimiento automático para fabricar cosas o sea un instinto. Un instinto es justamente eso: un conocimiento automático Los animales vienen al mundo con el conocimiento automático de como saltar para cazar una presa o de como volar. El ser humano no viene dotado de instintos. El deseo de vivir es solamente eso: un deseo y un deseo no nos da un conocimiento automático de que es bueno y malo en cada momento y circunstancia. Estos conocimientos debemos adquirirlos. Debemos incorporarlos a nuestro cerebro.

Para poder vivir los seres humanos debemos utilizar nuestra capacidad mental y física para modificar el hostil entorno para procurarnos de todo lo necesario para poder hacer nuestra estadía en este mundo lo menos penosa o, mejor aún, lo mas grata posible.

A los efectos de una mejor comprensión vamos a dividir La historia técnica del hombre en tres grandes periodos.

1) El de la técnica del azar.

Esto es, a través de eones, o sea larguísimos períodos de tiempo, de cuando en cuando, algunos hombres, tal vez no todos, sino los mas inteligentes, o los mas capaces de los proto--históricos, van descubriendo, o inventando, por azar, o por necesidad, o por el ensayo y el error, algunos tal vez hasta por pura diversión, ciertos artilugios, ciertos utensilios y comienzan a incorporarlos, para siempre, en su devenir. Ejemplo de esto, tal vez, sea el hacer fuego artificialmente, la invención de la rueda, el arte rupestre, la agricultura, los tejidos, las armas primitivas, la alfarería, etc.

2) La técnica artesanal.

Un segundo estadio que podríamos denominar artesanal, que arranca alrededor del período previo a la Grecia antigua. Donde la característica básica es que las familias, los clanes, o algunas colectividades, se especializan ya en realizar artículos mas sofisticados, alfombras, objetos de vidrios, muebles, vestidos, construcciones, etc. Y esto es así porque ya la técnica se le hace a los hombres mas complicada. Antes cualquiera podía hacer fuego, cualquiera podía fabricar arcos y flechas, ahora en cambio no cualquiera puede trenzar alfombras, no cualquier persona sabe hacer objetos de vidrio, o de cuero. etc. Aparecen así los artesanos: el vidriero, el talabartero, el zapatero, el carpintero, el mueblero. Que se prolongan por generaciones heredando la técnica y los conocimientos de sus mayores y perpetuándose durante centurias. Con el agregado aquí y allá, de diversas mejoras. Las que una vez descubiertas se incorporan para siempre en el acervo tradicional de los gremios. Pero la característica general de esta época es que para los artesanos las herramientas o instrumentos técnicos son meros ayudantes, son secundarios. Lo importante es la mano del hombre. Son artesanías manuales ayudadas por utensilios, por supuesto, inventados por el hombre.

3) El tercer estadio es el de la técnica propiamente dicha, el de la técnica preponderante. Podemos fijarlo, no arbitrariamente, a partir de 1825 que es cuando aparece el invento de la primera máquina: el telar de Robert en Inglaterra. ¿Por que ésta y no otra? Pues porque es de esta primer máquina de la que podemos decir que inaugura un período de la civilización que se extiende hasta el presente. Pues es la primera que ACTÚA POR SI MISMA, se la llamaba justamente "self-actor". En España y América española selfatinas a sus productos. Término antiguo neologismo por self-actor. Ahora la máquina lo hace casi todo y los obreros son meros ayudantes de ella, al revés que en el período de las artesanías en donde lo importante era la mano de obra y la técnica consistía en la repetición de actos manuales con algunos utensilios de ayuda. Aquí tenemos en cambio que lo preponderante, lo importante es la máquina. El obrero puede reemplazarse, puede intercambiarse, la máquina no, a menos que sea por otra, igual o mejor.

Pero ya vimos que actos técnicos han existido siempre. Tanto la del azar, como la del artesano, como la del técnico propiamente dicho... el de los últimos doscientos años. El ser humano siempre echó mano a la técnica para reformar, tímidamente al principio, a medias después y en forma abrumadora ahora, ese entorno salvaje natural con que la naturaleza hostil lo envuelve. Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que el hombre es un ser eminentemente técnico. Es su característica básica. Ser: "homo-faber". Que no puede vivir sin esa sobrenaturaleza que el creó para modificar la otra: la naturaleza silvestre, agresiva. Esa sobrenaturaleza se nos da, aparentemente, como un mundo artificial, pero ese mundo artificial de que se rodea el hombre es justamente su propio mundo natural. Sin el cual ya no puede vivir.

Y consiste ese propio mundo natural o sobrenatural, del hombre un estado de cosas en el que al mismo tiempo que se rodea de mejoras para su estar bien en el mundo o bienestar al mismo tiempo, repito, debe, dentro de la técnica que cada uno sabe hacer, especializarse siempre en algo y entonces al mismo tiempo que las disfruta las crea, las crea para si y para los otros. Y las crea para los otros para poder intercambiar lo mejor de si con lo mejor de los demás. Y entonces se da que para poder vivir cada ser humano echa mano de sus propios conocimientos y habilidades para poder hacer cosas, crear cosas, increadas, necesitadas por los demás. Para poder tener un lugar en el mundo debe trabajar su técnica. Hacerla producir bienes o servicios.

Al estar inmerso el hombre en este mundo pleno de dificultades y facilidades, su vida consiste cada día en el tener que vencer obstáculos esos... los obstáculos que son la parte penosa del mundo o entorno. Por lo tanto cada día los hombres, nosotros los seres humanos, nos tenemos que "hacer" nuestra propia existencia. Cada día, cada hora, cada minuto, no solo económicamente sino metafísicamente tenemos que hacernos o "ganarnos" la vida.

Ahora entonces vemos que eso que llamamos vida no es sino el repertorio incesante de actividades que desplegamos cotidianamente y que no es sino un programa. Un programa individual de cada hombre de cada persona. Lo que llamamos vida es nuestro programa. Si están ustedes hoy aquí es seguramente porque quieren aprender cosas nuevas, o entender mejor las viejas, y por eso han preferido programar su vida asistiendo hoy a esta conferencia. Y de aquí cada cual de ustedes saldrá a completar su programa de cada día. El que no termina hoy sino que continúa cada día hasta el fin de vuestras vidas. La vida es siempre programa, en cada minuto, en cada segundo. Pero un programa es siempre algo a desarrollar en el futuro. Es un "querer ser". O un querer conseguir cosas para mejorar nuestras vidas. Tenemos entonces la gran paradoja que el hombre es al revés que los animales y las cosas inanimadas de la naturaleza que son lo que siempre son. Pues no le es dable al animal cambiar su entorno, ni al árbol, ni a la piedra tampoco. Porque son siempre piedras o árboles en el paisaje o animales en la pradera. El hombre en cambio es siempre programa. Proyecto. Proyecto o programa de existencia. De vida.

Y aquí tenemos lo que hace al ser humano algo único en el universo. Su característica distintiva. Todo en el universo consiste en lo que ya es. El hombre en cambio es lo que aun no es: el programa o proyecto que es su vida.

Pero para poder cada uno de los hombres desarrollar el proyecto o programa que es su vida necesitan interactuar, constantemente, con ese entorno continuo de dificultades y facilidades en que se encuentran inmersos.

Pero para el hombre, para cada hombre, su entorno o circunstancia no es sólo el mundo corpóreo que lo rodea de objetos inanimados y de animales. Su entorno o circunstancia se compone, también, de otros hombres como él. Y cada uno, también, con su programa o proyecto de existencia a cuestas. Y aquí vemos que comienzan a complicársenos un poco las cosas. Veamos:

No siempre le fue tan fácil al hombre desarrollar, sin más ni más, sus creaciones, el su "hacer cosas". Tal vez, seguramente, se encontró con que los demás hombres, o unos pocos, o uno solo de los demás, le interponían más problemas u obstáculos que las simples cosas naturales.

No se encontró siempre el hombre con solo el problema que le oponían las condiciones climáticas, la escasez de alimentos y las fieras y animales salvajes. Se encontró con otro problema más, o mayor: los demás hombres.

Tal vez me arriesgaría a decir, sin temor a equivocarme que los demás hombres fueron el principal amigo del hombre y al mismo tiempo su más grande enemigo.

Pues desde la alborada del ser humano éste se encontró, casi siempre, viviendo en tribus, en colectividades, en clanes, donde debían, forzosamente, agruparse y reagruparse para defenderse de las hostilidades de aquellos que no eran tan tranquilos y pacíficos como ellos.

Los primeros hombres solos sucumbieron ante el avance de las hordas.

Y aquí vemos como el carácter tribal, piramidal, de aquellas organizaciones donde el más fuerte, el más guerrero, se encaramaba al frente con la excusa, casi siempre valedera lamentablemente, de defenderlos del ataque y rapiña de otros grupos de hombres, predominó durante el gran transcurso de la historia humana.

Al principio fueron los caciques, o los brujos de la tribu, los que condujeron los destinos de cada manada de hombres. Luego fueron los faraones, emperadores, sultanes, zares, reyes, etc. La historia humana es la historia de pueblos dominados por alguien que se encaramaba arriba muy arriba, con el pretexto que encarnaba a Dios, invocando el derecho divino de los Reyes por ejemplo y por medio de la fuerza bruta, siempre la fuerza bruta, dominando a los hombres. A todo el resto de los hombres.

Pero para organizarse debían rodearse estos reyes de un séquito de Cortesanos: las Cortes. Con derechos especiales estos últimos, los Duques, Archiduques, Condes, Vizcondes, Barones, Marqueses, etc. etc sobre las vidas y haciendas de todo el resto de los mortales. A cambio de proteger a ese Rey, o emperador, o Zar de los ataques de las demás hordas de bárbaros, o salvajes, o de otros emperadores, o reyes, que saqueaban o pretendían, lisa y llanamente, desalojarlos de sus tronos y ocupar su lugar ampliando sus imperios, existían esas cortes a las que los reyes repartían territorios con millares de vidas humanas incluidas.

La historia del hombre es esa historia, la de unos pocos elegidos muy ricos, pues tenían casi todo. Pero ricos con una "R" mayúscula reverencial y el resto de la humanidad, salvo esas cortes y sus guerreros, vivía sumergida en una pobreza extrema, en una clase de hombres la clase de los que no tenían casi nada. Los únicos derechos existentes eran como dijimos el derecho divino de esos reyes y de sus cortes, el resto no tenia prácticamente derecho alguno salvo el de morirse de hambre y de enfermedades como moscas. Vivían con un promedio de vida que no llegaba a los 19 años por allá por el 500 de nuestra era; y a los 38 años por el 1800. Nueve de cada diez nacimientos terminaban en muerte. Al contrario del promedio de hoy en día donde la cifra se ha invertido pues nueve de cada diez niños llegan a conocer esta vida terrenal.

Pero, en definitiva siempre fue la subordinación del individuo común a alguna entidad superior la constante en la historia humana. Aunque en los últimos doscientos años se reemplazó la figura del Rey o del Emperador por la de los Estados colectivistas donde siempre unas pandillas, con la excusa de poder realizar experimentos de ingeniería social con los seres humanos, siguieron subordinando al hombre individual, a todos los hombres, a unos pocos que ocuparon el poder, poder conquistado también por medio de la fuerza bruta. De estos últimos podemos citar como ejemplos el estado benefactor de la Prusia de Bismarck, el nacional--socialismo de Alemania, los comunismos de la Unión Soviética, China continental, Cuba, Camboya, Vietnam, Corea, etc.

Pero durante el transcurso de la historia humana siempre hubo algunos pensadores que señalaron que no era bueno vivir así. Que podía existir otra forma de convivencia que no estuviera basada en la fuerza bruta y en el monopolio de los derechos por parte de los que se encaramaban en el poder. Que los seres humanos, todos, tenemos Derechos. Derechos que ninguna organización debe violar. Son los derechos individuales. Y que los principales enemigos de los hombres fueron siempre los criminales y los gobiernos.

Precisamente para proteger a los seres humanos simples y a sus derechos individuales inalienables es que se redactaron las primitivas Constituciones de los Estados Unidos y de la Nación Argentina. Fue para proteger a los hombres de la fuerza bruta de los gobiernos que se redactaron la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1776, como así la Declaración de Derechos y Garantías del Capitulo 1ro. de la Constitución de la Nación Argentina de 1853 (la que no ha sido reformada en 1994 y, por lo tanto, sigue plenamente vigente). Estas Constituciones, además de declarativas de cuales son los verdaderos derechos del hombre, son un fenomenal freno y prohibición del avance del Estado sobre estos derechos individuales. El gobierno se instituye y funciona para proteger a los ciudadanos de los criminales y la Constitución se redacta y promulga para proteger a los ciudadanos del gobierno.

Todos los sistemas anteriores de organización social de la humanidad se caracterizaron por subordinar, siempre, al individuo común al poder del Estado.

Por primera vez en la historia humana, con el liberalismo de laissez-faire de las dos constituciones recién nombradas, las cosas son al revés: el Estado pasa a ser un servidor de los hombres, un guardián de sus derechos y la única justificación de su existencia es considerar al hombre, cada hombre, como un fin en sí mismo y a la organización social como un medio para una coexistencia voluntaria, pacífica, productiva y ordenada de los ciudadanos.

Pero no es por mera coincidencia que cuando en algunas partes del mundo comienzan a reconocerse estos derechos por parte de los gobiernos surge con una fuerza avasalladora el tercer período de la técnica del hombre de que hablábamos antes. Es que cuando los hombres comienzan a tener una esfera de acción mucho mas amplia como es la de usar y disponer de sus creaciones comienza a extenderse y proliferar el verdadero genio creador del hombre. Esa que es su característica básica.

En su libro "Las Siete Culturas del Capitalismo", Charles Hampden Turner, miembro del Judge Institute of Management de la Universidad de Cambridge y Alfons Trompenaars, director del Centro de Estudios de Negocios Internacionales en los Países Bajos, nos agregan:

"LA GENERACION DE RIQUEZA ES UN ACTO MORAL"

La creación de valores o riquezas es en esencia un acto moral.

Los primeros individuos que organizaron de modo sistemático la producción militaban mayoritariamente en las congregaciones religiosas no conformistas que bloquearon los caminos habituales para progresar en la sociedad británica de los siglos dieciocho y diecinueve.

En los Anales de la Revolución Industrial, de Ashton, se mencionan cuáqueros, metodistas, presbiterianos, wesleyanos, entre los cien empresarios más destacados. Mucho se ha escrito, desde entonces, acerca de la ética puritana y el espíritu capitalista que supuestamente engendró. Los miembros de las sectas protestantes compartían la creencia de que su trabajo en este mundo les justificaría ante Dios, que ellos construirían, aquí y ahora, el Reino de los Cielos.

Si bien se plantean controversias en torno de la cuestión de si los puritanos fueron los únicos beneficiados por sus creencias, la idea de base sin duda es válida.

Los empresarios de cualquier credo o religión deben crear bienes o servicios "valiosos" para los presuntos compradores antes de averiguar si estos concuerdan con esos juicios de valor.

De hecho, el proveedor piensa, "Valoro este producto, he dedicado mi vida laboral a fabricarlo. ¿Usted comparte mi entusiasmo?"

Para sobrevivir económicamente y prosperar, la respuesta debería ser afirmativa.

Por lo tanto, un producto o servicio se crea ante todo a imagen de su fabricante o proveedor.

Si los consumidores lo aceptan y aumentan en número, la fe es compensada económica y éticamente." (Charles Hampden Turner, Alfons Trompenaars. "LAS SIETE CULTURAS DEL CAPITALISMO", Buenos Aires, 1995, Editorial. Vergara, págs. 15 y 16.)

Por eso, hoy, vamos a tener que introducir una nueva palabra en el mundo de la Economía y la Filosofía. Una palabra que espero que se haga muy común en los próximos años, que nos va a sonar, al principio, un tanto rara, anotémosla pues se va a hablar mucho de ella y sobre ella en los próximos años. Esta palabra es la HEURISTICA.

La heurística es el arte de crear o inventar.

El rasgo distintivo, lo que nos diferencia de los animales es la heurística. La capacidad inagotable de crear e inventar que tenemos los seres humanos. De transformar el mundo que nos rodea, nuestro entorno, nuestra circunstancia.

Esta es la raíz moral del capitalismo, o sistema político de libertad de empresa, o liberalismo, o de libertad a secas, o como lo queramos denominar.

Los actos económicos, de creación de empresas o de bienes increados que realizan los hombres se componen de tres momentos, no es una fotografía estática, sino un proceso, como en una película: El ahorro de ayer es la inversión de hoy y el beneficio de mañana. ¿Qué significa esto?. Que porque está garantizado por la Constitución, o por las leyes que la reglamentan sin violar su espíritu, saben los seres humanos que pueden hacer cosas y quedarse con el fruto de sus trabajos. Para ello en lugar de consumir todo ahorran un poco de lo previamente obtenido, lo que es luego una inversión y esa inversión procura además de recuperar lo invertido un beneficio. Siempre un beneficio, un crecimiento, un excedente. Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que la riqueza de las naciones proviene de las inversiones y reinversiones constantes que, durante decenas de años, los seres humanos vienen efectuando sobre la faz de la tierra. Produciendo fuentes de trabajo, millones de productos diferentes, fábricas, comercios, etc. Todo lo que disfrutamos los seres humanos de hoy es el producto de todas esas millones de inversiones y reinversiones que hicieron con sus "lucros" (del latín: "logros") o beneficios, nuestros antepasados, desde los comienzos de esta era industrial.

Y podemos agregar que todos los productos técnicos mas importantes de que disfrutamos hoy en día los seres humanos como ser: el cine, el automóvil, el avión, la radio, la televisión, las computadoras, equipos de música envasada, las heladeras, licuadoras, aspiradoras de polvo, artefactos de iluminación, cosméticos, teléfonos, y prácticamente todo lo que disfrutan hoy día miles de millones de seres humanos en todo el planeta han surgido de Occidente. Del Occidente Capitalista. De sus fábricas privadas. De los medios de producción en manos de los particulares, esto es: del sistema capitalista. De la heurística del hombre. De su arte de crear o inventar que puede desarrollar cuando puede vivir en un ámbito de libertad donde están garantizados su derecho a la vida y al fruto de su trabajo.

Los millones de industriales, comerciantes, hombres de empresa, "entrepreneurs" los llaman ahora, que trabajaron, ahorraron, invirtieron, reinvirtieron, y llenaron el mundo de los artículos recién mencionados y de otros miles de artículos mas, que fueron millones de personas que no se llevaron un centavo a la tumba y vivieron pasando su existencia trabajando, creando, invirtiendo y reinvirtiendo erigiendo fábricas negocios y todo tipo de empresas para obtener beneficios fueron siempre los verdaderos bienhechores de la humanidad. No los filósofos, los políticos y los intelectuales.

Recordemos aquel pensamiento de Harry Browne:

"Nunca debemos olvidar que la abundancia solo es posible si se permite a las personas producir sin limites y ahorrar y acumular riquezas que pueden convertirse en instrumentos de mayor producción."

El entrepreneur, empresario, comerciante o industrial no efectúa un acto económico de "suma cero" como sucedía en las épocas feudales en que la riqueza era el botín obtenido por el saqueo de los piratas o arrasando pueblos. La torta, para entenderlo claro, siempre se reparte en un acto económico de crecimiento lento, aritmético, que se produce cuando el estado obliga a los seres humanos a trabajar, a la fuerza, como sucede bajo el comunismo. En el sistema de capitalismo de laissez-faire, que en su forma mas pura el mundo lo conoció en Hong Kong, se produce un crecimiento económico de carácter tridimensional.

La economía se expande tridimensionalmente. En todas direcciones y todos los seres humanos pasan a participar, activamente, de todas las mejoras, inventos y creaciones. Esta es la diferencia.

Justamente por culpa de los filósofos, los políticos y los intelectuales colectivistas por no haber sabido entender, o querido entender éstos, como funciona el capitalismo o sistema de libertad, mas de 100 millones de personas murieron masacradas durante este siglo. Por culpa de los "experimentos de Ingeniería Social con Media Humanidad" como bien lo explica Paul Johnson en su obra "Tiempos Modernos".

Pero ahora que entendimos lo que es el genio creador del hombre vamos a entender cual fue la verdadera causa de la muerte de mas de 100 millones de personas durante este siglo.

Todo fue culpa de un simple, pero craso, error económico. De filosofía económica.

En los albores del capitalismo sus defensores cometieron el error de definir mal el concepto del "valor" y "precio" de los artículos del mercado libre.

David Ricardo echó a rodar aquello de que el valor o el precio (en aquella época se confundían ambos) de todo articulo estaba basado en la mano de obra insumido en fabricarlo: esto es lo que Karl Popper definió como "teoría laboral del valor".

Pero he aquí que, casi un siglo después, algunos economistas austríacos demostraron que ello era totalmente falso. Equivocado.

Para recortar tiempo vamos a recordar el famoso caso del sediento en el desierto que es capaz de pagar una fortuna por un vaso de agua. ¿Cuál es el precio de un vaso de agua? Para el sediento, para el desesperado de sed, es muy alto. Para el habitante, en cambio de una ciudad, que cuenta con abundante agua corriente, un vaso de agua solo unos centavos tal vez ni eso. ¿Cuál es, entonces, el precio del agua? se preguntaban los economistas austríacos. La respuesta es sencilla: no existe un precio para el agua ni para ningún artículo. Depende del precio que fijen voluntariamente las partes. El que ofrece y el que demanda. Es lo que se ha dado en llamar la "teoría subjetiva del valor". Todo precio es subjetivo. Depende de las partes intervinientes en cada transacción. Cuando comenzaron a venderse los primeros automóviles, hechos en serie, ¿cuál era el precio de una diligencia? ¿el costo laboral de los obreros que habían intervenido en su fabricación? !falso!. Los fabricantes de diligencias comenzaban a fundirse cualquiera fuera el precio que pidieran. Las gentes ya no querían comprar diligencias. Querían autos con motor y llantas de goma y estaban dispuestas a pagar lo que el fabricante de esos autos les pidiera. En vano los fabricantes de diligencias podían hacer concienzudas cuentas de la cantidad de horas--obrero que les exigió cada diligencia, el público ya no las quería. Prefería los autos.

¿Cuál es el valor de un cuadro? No existe, depende del pintor y su cliente o el vendedor de obras de arte y sus compradores en base a un promedio de precios de mercado que no es ni más ni menos que los precios que subjetivamente pagaron otros. ¿Cuál es la mano--de--obra--obrero que requiere un cuadro genial? ¿La del ayudante que le lava los pinceles o la labor del creador, el maestro que lo pintó? ¿Y cuál es el precio del cuadro? ¿el derivado de la mano de obra del ayudante que lava los pinceles? ¿el de la mano de obra del pintor? ¿O el que acuerdan éste y su cliente en forma conciliatoria y voluntaria?

Pero la teoría laboral del valor se dio por cierta durante la mayor parte del siglo pasado y durante buena parte del presente. Y en ella se basó Carlos Marx para lanzar, en 1848, el Manifiesto Comunista y para desarrollar la teoría equivocada de la "plusvalía" en su obra "El Capital". Los socialistas de todos los países con Carlos Marx a la cabeza han venido predicando que si el precio o valor de todo artículo esta basado en la mano de obra insumido en fabricarlo la ganancia es un plus-valor que corresponde al obrero Y al quedarse "injustamente" el empresario o fabricante, dueño de los medios de producción, con esa "ganancia" le está, "robando al obrero" al apropiarse de esa plusvalía.

Y, siendo la plusvalía, entonces, como se decía, propiedad del obrero se debe expropiar al expropiador, al empresario o industrial, mediante una revolución cruenta que lo despoje de los bienes y los transfiera al estado. Como así ocurrió, finalmente. Desde 1917 en decenas de países que cayeron bajo estas erradísimas ideas económicas y sufrieron por ello millones de crímenes horrorosos y toda clase de iniquidades, miserias padecimientos y amarguras.

El Nacionalsocialismo de Hitler y el comunismo de Stalin, Mao, el "Che" Guevara y Castro se basaron en esta estupidez de la plusvalía y el cuento de expropiar a los expropiadores. Con "lucha de clases" al estilo de la época que la humanidad estaba estructurada, por ley, en clases sociales como la nobleza etc. No previeron que en una sociedad libre una persona puede nacer rica y morir pobre y viceversa nacer pobre y morir rica dependiendo ello de cuan bien o mal entendió el sistema capitalista y de si supo servir a sus semejantes con buenos productos o servicios. No comprendieron que cuando una persona se larga al mundo a hacer fortuna, aunque empiece sin un centavo, al proveer a los demás de algo que ellos necesitan y esos demás están dispuestos a pagar por ello, esta persona va a triunfar pero solo si sabe servir al consumidor. Y no olvidando que consumidores y productores somos todos los seres humanos.

Pero resulta que todo lo que sucede, y sucedió, en el mundo, ocurrió al revés de como lo previeron estos hirsutos y barbudos "genios" del "socialismo científico" (así pomposamente lo llamaban) Fue, por lo contrario, gracias a un proceso heurístico, continuo, acumulativo, de creación, de realizar cosas, de invertir en el emprendimiento de nuevas empresas que antes no existían, que se han creado todas las maravillas que disfruta el ser humano de nuestros días. El capitalismo reinvierte cada segundo las ganancias y, en la medida que no son esquilmadas por inmorales impuestos, estas crean millares de puestos de trabajo y todo tipo de bienes y servicios que hacen cada momento mejor la vida en este planeta. Marx lanzó al mundo la "funesta predicción", en 1848, que con el capitalismo los pobres iban a ser cada vez mas pobres (no olvidemos que el 98 % de la humanidad todavía era pobre) en pocos años y hasta el presente se comprobó, como con todas sus predicciones y teorías, que esta también resultó falsa. No se entiende como existen pensadores que sigan, todavía, obtusamente a Marx.

Nos va en ello la vida. En entender este crucial tema. Es el tema de nuestro tiempo. El socialismo al querer expropiar al verdadero inventor o creador de empresa lo que él ha creado, o sea al robarle el fruto de su trabajo, es un sistema inicuo, antiético, injusto e inmoral y que solo produce miseria. Como lo demostró, en forma tremenda, durante todo el transcurso de este siglo.

El socialismo consiste en impedir por la fuerza que los seres humanos conserven los resultados de su propia creatividad empresarial yendo en contra de la propia naturaleza humana que es superlativamente creadora.

El socialismo solo produce seres humanos carentes de espíritu de empresa que no saben fundar fábricas ni inventar nuevos productos, bienes o servicios. Produce seres menesterosos que solo saben tenderle la mano, en actitud limosnera, al estado paternalista que los ampara para que lo voten estos pobres infelices, mientras los hace trabajar por la fuerza bruta y simultáneamente les roba metiendo las manos en la gran lata del estado todopoderoso, creador de todas las miserias humanas.

El socialismo es inmoral y antiético por que es un sistema de agresión institucional llevado a cabo, nada menos que por el estado, contra el libre ejercicio de la acción humana.

No debemos olvidar que en nombre de las falacias del socialismo en nombre de la estupidez de la plusvalía, de la envidia igualitaria, (el socialismo es, en la práctica, la "institucionalización de la envidia"), se asesinaron durante la China de Mao Tsé-Tung mas de 15.000.000 de seres humanos. Otros 20.000.000 ordenó fusilar José Stalin por el pecado de ser comerciantes, emprendedores, fabricantes, etc. 1.200.000 personas fueron exterminadas en Camboya solo en 1973. O sea fueron asesinados y masacrados, como los judíos capitalistas de la Alemania de Hitler, justamente por sus mayores virtudes por el "pecado" de saber producir riqueza y de dar valores y bienes al resto de la humanidad. Nuestro homenaje y reconocimiento a esos millones de asesinados en nombre de la "plusvalía".

Debemos desempolvar lo vertido por el papa León XIII, a fin de siglo pasado, en su Encíclica Rerum Novarum y recordárselo permanentemente a todos los enemigos del Sistema de la Libertad.

Dijo Su Santidad León XIII, respecto a LA DESIGUALDAD DE LOS HOMBRES.

"Quede ante todo, como principio y fundamento para la solución anhelada, que no hay mas remedio que atenerse a la humana condición, que impone que no todos sean iguales, los de arriba y los de abajo.

Preténdenlo, en verdad, los socialistas. Pero es inútil y vano su empeño. Como contraria que es tal pretensión a la naturaleza misma de las cosas.

Pues la propia Naturaleza ha puesto en los hombres muchísimas y muy grandes desigualdades.

No son iguales los talentos de todos. Ni igual la inteligencia. Ni la salud. Ni las fuerzas. Y a la inevitable desigualdad de todo esto, sigue espontáneamente la desigualdad de las fortunas.

Lo cual es ciertamente provechoso, por lo demás, a la utilidad misma, tanto de los particulares como de la colectividad Pues la vida común necesita para su desarrollo facultades diversas y oficios diferentes. Y lo que mueve principalmente a los hombres a ejercitarse en distintas industrias es principalmente la diversidad de fortuna entre los unos y los otros."

Tenemos siempre que preguntarnos: Si el capitalismo nace con la naturaleza humana, es esencial a la vida del hombre y es el único sistema exitoso y moral de la historia ¿por qué violentar a la humanidad con sistemas antinaturales?

Esto, repito, lo dijo un Papa, en una Encíclica de la Santa Iglesia Católica, León XIII. Si se hubiera tenido presente esta perfecta y sabia lección de economía y de moral no hubiera habido el exterminio de 100 millones durante este siglo.

En su hermoso libro ¿El Capitalismo?: !Pero si es la Vida! escrito por el ex socialista francés Bruckberger editado por Atlántida en Argentina, en 1984, encontramos estos pensamientos: "El primero que recogió gramíneas, las trilló, limpió los granos, los separó de la paja, los guardó para sembrarlos en la siguiente primavera, en una tierra previamente removida y preparada para recibirlos, ese sí hizo acto eminentemente capitalista ... Me parece que esto que digo es simple, irrefutable, fácil de entender y accesible a todos. No obstante, las consecuencias que trae aparejadas son extremadamente importantes para todos nosotros y para el futuro de la civilización. Se ve claramente: el hombre fue "capitalista" millones de años antes de la aparición del dinero y de la moneda que son inventos relativamente recientes."

Para terminar me gustaría agregar que si el socialismo se hubiera implantado, universalmente, allá por el 1800 hoy no tendríamos ni autos, ni cine, ni radio, ni computadoras, ni tomografía computada, ni luz eléctrica, ni cirugía láser, ni radiografías, ni televisión, ni lentes de contacto, ni plásticos, ni nada. Ni las millones de fuentes de trabajo que producen millones de artículos para miles de millones de seres humanos. Es más, podemos estar seguros que ni siquiera hubiéramos tenido la posibilidad de haber nacido ninguno de los que estamos diciendo o escuchando estas cosas.

Debemos pues estar tremendamente agradecidos de haber nacido en esta época tan maravillosa. Disfrutémosla en paz. Pero divulguemos al mismo tiempo, en prueba de agradecimiento, los principios de la Libertad. Difundamos, como maestros, estudiantes y defensores de la Libertad, donde está el mal y el bien, donde está lo incorrecto y lo correcto, donde está el error y donde está la Verdad. Juan Bautista Say nos enseñaba:

"Los principios de la economía --como las leyes físicas-- no son de ningún modo la obra de los hombres; no se los establece; se los encuentra; ellos gobiernan a los legisladores y a los príncipes y jamas se los viola impunemente."

Hay que explicarle también a los políticos y todos los enemigos de la libertad que la "redistribución de riquezas" mediante la fuerza bruta del estado es inmoral y comienza y termina perjudicando a los más pobres.

Pues de cada 10 dólares, o pesos, o marcos, o liras, etc. que extraen los burócratas del circuito productivo compulsivamente, por la fuerza bruta, mediante impuestos, 7 los usan para automantener su propia estructura burocrática de recaudación y demás entidades improductivas del Estado y finalmente los 3 dólares que quedan no van a parar nunca a los verdaderos pobres sino a los que los votan. Pero lo que nadie tiene en cuenta, tampoco, son las fuentes de trabajo cercenadas y los bienes y servicios que dejan de producirse por culpa de esos impuestos, que perjudican fundamentalmente a los mas pobres pues se quedan éstos sin esas fuentes marginales de genuino trabajo productivo y sin esos bienes y servicios más baratos.

Guy SORMAN nos resume: "El capitalismo redistribuye las riquezas al mismo tiempo que las crea; si no las redistribuyera se agotaría por falta de mercado."

La inmoral filosofía de la "redistribución forzosa de riqueza" (llámese votos) proviene, también, del error de creer que el capitalismo es una economía estática o de "suma cero" cuando justamente es todo lo contrario. Creen que en todo acto de comercio una de las partes gana y la otra pierde cuando la realidad es que no solo ambas partes ganan, en cada acto de industria o de comercio, sino el resto de la humanidad también. Pues cuando la tremenda capacidad técnico--creadora del hombre entra a funcionar en un marco de máxima libertad, con un estado ultramínimo, que se dedica a sus funciones legitimas como lo son las de velar por los derechos del hombre, el que no roba mediante inmorales impuestos y despojos a los verdaderos creadores: los emprendedores, se produce un crecimiento tridimensional de la economía donde las infinitas reinversiones son la fuente inagotable de todas las riquezas de las que terminan disfrutando, en forma pacifica y natural, en los países libres, todos los seres humanos. Haciendo desaparecer el fantasma de la pobreza.

Vamos a recordar unas frases de Federico Bastiat de su famoso libro LA LEY.

"Dios ha puesto en la humanidad todo lo necesario para que cumpla su destino.

Hay una fisiología social providencial, como hay una fisiología humana providencial.

Los órganos sociales están constituidos también de modo que se desarrollen armoniosamente a los Aires de la Libertad

!Atrás, pues, los empíricos y los organizadores sociales!

!Atrás sus grilletes, sus cadenas, sus ganchos, sus tenazas!

!Atrás sus medios artificiales!

!Atrás su talleres sociales, sus falansterios, su gubernamentalismo, su centralización, sus tarifas, sus Universidades socialistas, sus religiones de Estado, sus Bancos monopolizados, sus compulsiones, su moralización o su Igualación por el Impuesto!

Y puesto que se han infligido, vanamente, tantos sistemas al cuerpo social acabemos por donde debiéramos haber comenzado, rechacemos estos sistemas y pongamos, por fin, a prueba la Libertad, la Libertad, que es un acto de fe en Dios y en su obra "

El Capitalismo funciona. Es el único sistema que funciona. Los demás han demostrado que no. Que no funcionan. El capitalismo, o sistema de Vida de Libertad Creadora, es el único sistema social que además de ser moral funciona y bien. Los demás sistemas de organización social, además de ser inmorales, nunca funcionaron.

El Capitalismo o Sistema de Vida de la Libertad es Moral y Etico.

!Y funciona en todo el mundo; con todo el mundo; y es... para todo el mundo!

Muchas gracias.

Bibliografía

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